Al Sur del Rosellón

21.02.2018 09:59

Donde la costa se torna abrupta y, antes de llamarse brava se llama roja en un territorio que se apellida la Marenda, y donde los Pirineos, en su descenso hacia el mar, se vuelven suaves y toman el nombre de la sierra de las Alberas.

En cualquier caso, son dos topónimos lógicos, Albera proviene del latín alberia, blanco, y Marenda es una derivación de marisma, raras en una costa con pocas playas que está habitada desde antiguo. Se cree que Port Vendres pudo ser un asentamiento fenicio y posteriormente griego, quizás como las no muy lejanas Agde o Rosas, pero el nombre es romano, Portus Veneris, el puerto de Venus, probablemente la Venus de Pirene que mencionan Estrabón, Plinio y Ptolomeo. Durante la Edad Media fue junto a Colliure un importante puerto de entrada y salida de mercancías para el Reino de Mallorca y es cuando su nombre deriva al catalán Port Venres de Cobliure primero hasta llegar a Port Vendres.

El pasado romano de la localidad se refleja en los numerosos hallazgos de vestigios del comercio marítimo de la época. En 1929 se descubrió el pecio de una embarcación romana pero no fue hasta 1953 cuando se iniciaron excavaciones submarinas de un modo sistemático al fundarse el Groupe de Recherches Sous-marines du Roussillon, una moneda del emperador Constantino permitió datar la época del naufragio.

Si Port Vendres rodea a su puerto, siete quilómetros al sur, Banyuls rodea su playa, en la cala de Fontaulé, por lo menos desde que se convirtió en un núcleo agrupado entorno a la iglesia de San Juan Evangelista, que sobre 1280 se renombraría como San Juan Bautista. Esta fue la segunda iglesia parroquial la primera es la alejada ermita de Notre Dame des Abeilles. Dos textos atestiguan la antigüedad del templo, uno de 1135 cuando Gausfredo III, conde de Rosellón, otorga una donación a Sant Quirze de Colera, mencionándolo como Santi Johannis de Baniuls. En 1197 el contrato de matrimonio de Ramon de Castell Rosselló con Saurimonde de Peralada cita Sancti Johannis de Banullis de Maresma. Hoy, junto a un cementerio forma parte del barrio de la Rectoría. 

Banyuls es conocido por sus vinos generosos, la actividad principal de la zona se vuelca en la viña y en la veintena de bodegas que elaboran los caldos dulces, protegidos por una denominación de origen controlada. El vino de Banyuls es un vino fortificado, del tipo de los de Oporto, Madeira o Jerez pero que aquí se elabora a partir de la variedad de uva garnacha. Los caldos se envejecen por maceración, cuando la fermentación alcanza un cinco por ciento de alcohol se le añade un destilado de dieciocho grados antes de iniciar el proceso de envejecimiento en barricas de roble. Según la variación en el proceso de comercializan posteriormente como tradicional, vintage, mise tardive o blanco. Para el llamado Grand Cru se exige que contenga un mínimo del 75% de uva garnacha en su composición.

Cervera de la Marenda, Cerbère para los franceses, es población fronteriza, particularmente para la línea ferroviaria. La primera línea transfronteriza fue acordada en 1864, doce años más tarde, en 1876 se abría el túnel de Belitres y en 1878 se inauguraba la Gara, la estación. 

Junto a las vias se construyó en 1932 el hotel Belvédère du Rayon Vert – mirador del rayo verde -, un edificio particular que, en 1987, fue declarado monumento histórico de Francia. El hotel fue diseñado por el arquitecto de Perpiñán Léon Baille, en una época en que el art-decó estaba en auge y en que el alojamiento en la población se ocupaba con los pasajeros en tránsito. El edificio, para aprovechar la forma del solar encajonado entre las vias del tren y la carretera, tiene una planta triangular con una esquina que recuerda la proa de una embarcación. En su época gozó de todo el confort que se podía ofrecer a la clientela: salas de juegos y de baile, restaurante, una cochera, una pista de tenis en el tejado e incluso una sala de cine. El nombre del hotel hace referencia al famoso rayo verde, aquel que ilumina el horizonte marítimo en el último instante de la puesta de sol, a pesar de que aquí, poniente quede tras las montañas.  

Y si del rayo verde se hace referencia en una obra de Julio Verne, otra del mismo escritor habla del faro del fin del mundo, sin ser tan aparente, el mismo nombre que se le ha dado al que señala la costa junto a Cervera, construido a ochenta metros de altura sobre el mar en 1904.

© J.L.Nicolas

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